Rescato del olvido un trabajo de mi epoca de estudiante:
Junio 2 de 2005
El nuevo siglo trae consigo una nueva reestructuración en los roles sexuales. Tanto en los del hombre como los de la mujer. Por simples barreras biológicas a estos dos seres se les ha considerado distintos, pero ahora las fronteras se hacen cada vez menos visibles. Estamos en una situación donde las necesidades que un sexo tiene del otro se han hecho cada vez menos imprescindibles.
( escena de la pelicula El Graduado)


Todavía existen algunos aspectos que hacen hablar de un varón domado, como lo dice Esther Vilar. Pero la sociedad y la misma forma como la mujer se ha ido desenvolviendo hacen que ya no sea tan necesario el hombre para la supervivencia. Por ejemplo las mujeres ya pueden ser capaces de tener un hijo sin la presencia física de un hombre, por la fertilización o por implante de óvulos.
Esto representa la verdadera liberación, pero no femenina, sino masculina. Ya que es el hombre quien durante mucho tiempo ha estado bajo el mando de las mujeres. Esther Vilar expresa que “las mujeres hacen que los varones trabajen para ellas, piensen por ellas, carguen en su lugar con todas las responsabilidades. Las mujeres explotan a los hombres”[1]. Esa afirmación es todavía hoy muy cierta.
Las mujeres gracias a su aparente debilidad han usado esta arma para hacer que el hombre trabaje para ellas, desde tiempos remotos. El hombre caza y se vuelve sedentario para dar lugar a la preservación de su especie, con eso lo que busca es cuidar a la mujer. Si se dice que la mujer es interesada, el hombre lo es mucho menos. Su interés por ella es básicamente por asegurar la especie. El aspecto del amor y la compañía es algo que poco o nada vale en la sociedad de hoy.
En el mundo actual, tal como lo dice Freud en libro El malestar en la cultura. Las personas no se encuentran bien ya que tienen que ceñirse a la norma de amar al prójimo como a sí mismo y ahí radica la falla del amor entre la pareja. Esto se evidencia ya que en esencia los dos sexos son competidores, y es imposible hacer que exista un amor sincero si los dos están buscando sobresalir ante el otro. Mas específicamente se llega a un acuerdo entre partes de no agresión.
La mujer entendió hace muy poco que su papel de ser sólo proveída por el hombre no le bastaba y quiso empezar a competir con él. Así desde la época de los 60, todo cambió y en eso podría radicar su aparente superioridad. Esther Vilar especifica que “las mujeres pueden elegir y eso las hace infinitamente superiores a los hombres”[2]. Esto sucede, dado el hecho de que las mujeres pueden trabajar o no, mientras que para el hombre esto parece ser una obligación.
La mujer ahora exige pero a la vez también crea. Haciendo cada vez menos necesaria las presencia del hombre. En el nuevo siglo lo roles son distintos, mientras que la mujer se adueña de los espacios de los hombres y no abandona los antiguos, como el hogar. El hombre ve cada día reducido su espectro de acción. Lo que pone a este sexo en una especie de limbo. No son muchos los hombres que cambian su labor de trabajadores a la de jefes de hogar.
Por eso resulta preocupante el futuro de la humanidad. En una sociedad donde los dos sexos no se necesiten el uno del otro, la reproducción se verá afectada. Jaques Vallin en su libro La población mundial, señala que en un futuro la humanidad estará llena de muchos adultos mayores y adultos, pero con muy pocos jóvenes, lo que contribuiría a un estancamiento. Él expresa que “ la ley de fecundidad media en conjunto de la población mundial es de 3,5 hijos por mujer”[3], l o que no es suficiente para estabilizar la población.
Para algunos esto es un gran avance para frenar el crecimiento poblacional, pero realmente es una crisis latente. Obviamente la reclasificación de los roles sexuales no es la única causa pero si tiene un valor preponderante a la hora de observar el flujo de la población. Ahora en la mente de las mujeres no está como prioridad tener un hijo, por lo que el primer embarazo se retrasa algunos años o nunca llega, y los siguientes embarazos tampoco suceden
Tanto la mujer como el hombre buscan ahora su desarrollo profesional ante todo, por lo que su supervivencia se ve relegada a segundo plano. A partir de la denominada revolución feminista, el hombre ya no se tiene que preocupar por proveer a la mujer sino que se preocupa por el mismo. Cosa que lo ha hecho entrar en una seria de preguntas de índole filosófica, ahora vemos a un hombre mucho más reflexivo o a uno completamente volcado a la estética.
Se habla ahora de una especie de revancha. La mujer incursionó en los campos del hombre, probando en muchos casos ser mejor que él. Ahora se ve el caso de hombres mas preocupados por su apariencia física que por la curiosidad ante el mundo. Eso ha dado como consecuencia la llegada de términos como los metrosexuales. Ese hombre extremadamente vanidoso que cuida su imagen.
Las prioridades han cambiado. Cada ser se ha inventado nuevos intereses, tal vez la única manera en la que los dos están de acuerdo es en el sexo. Esta es la primera arma de dominio de la mujer, tal como lo dice Esther Vilar: “el sexo es, desde luego, un placer, para las mujeres, pero no el mayor”. En cambio para el hombre este placer si es mayor y por eso busca incansablemente satisfacer a la hembra, ya que el premio por esto es tener relaciones sexuales.
Una mujer necesita del sexo, pero no en igual medida que el hombre. Lo necesita en la medida que le asegura un bienestar, pero también en la medida que le da hijos y estos la pueden cuidar en un futuro o por lo menos esa era la anterior concepción. Un hijo más que el fruto del amor, era la oportunidad de no dejarse quitar el macho de otra mujer ya que se establecían vínculos por los cuales el hombre actuaba.
El hombre es en esencia mas inteligente que la mujer, pero tiene en su desventaja se mas terrenal y mas inclinado a querer satisfacer todos sus instintos. La mujer es más precavida, desde sus inicios ella tuvo la tarea de resguardar, cuidar y racionar, todo desde su mismo papel de madre. Estas diferencias tan sutiles hacen que siempre se hable de una especie dominante y que por más que se trate siempre hay una que prima sobre la otra.
El universo masculino busca lo complejo y lo femenino lo simple. Van en total oposición, o total complemento como dirían otros. Lo cierto es que en un futuro el mundo cambiará de tal forma que los roles asumidos por cada sexo tenderán a redefinirse sino es que a desaparecer. Pero mas allá de eso está la prueba biológica de las diferencias entre cada sexo y eso nunca se podrá borrar.
Las mujeres gracias a su aparente debilidad han usado esta arma para hacer que el hombre trabaje para ellas, desde tiempos remotos. El hombre caza y se vuelve sedentario para dar lugar a la preservación de su especie, con eso lo que busca es cuidar a la mujer. Si se dice que la mujer es interesada, el hombre lo es mucho menos. Su interés por ella es básicamente por asegurar la especie. El aspecto del amor y la compañía es algo que poco o nada vale en la sociedad de hoy.
En el mundo actual, tal como lo dice Freud en libro El malestar en la cultura. Las personas no se encuentran bien ya que tienen que ceñirse a la norma de amar al prójimo como a sí mismo y ahí radica la falla del amor entre la pareja. Esto se evidencia ya que en esencia los dos sexos son competidores, y es imposible hacer que exista un amor sincero si los dos están buscando sobresalir ante el otro. Mas específicamente se llega a un acuerdo entre partes de no agresión.
La mujer entendió hace muy poco que su papel de ser sólo proveída por el hombre no le bastaba y quiso empezar a competir con él. Así desde la época de los 60, todo cambió y en eso podría radicar su aparente superioridad. Esther Vilar especifica que “las mujeres pueden elegir y eso las hace infinitamente superiores a los hombres”[2]. Esto sucede, dado el hecho de que las mujeres pueden trabajar o no, mientras que para el hombre esto parece ser una obligación.
La mujer ahora exige pero a la vez también crea. Haciendo cada vez menos necesaria las presencia del hombre. En el nuevo siglo lo roles son distintos, mientras que la mujer se adueña de los espacios de los hombres y no abandona los antiguos, como el hogar. El hombre ve cada día reducido su espectro de acción. Lo que pone a este sexo en una especie de limbo. No son muchos los hombres que cambian su labor de trabajadores a la de jefes de hogar.
Por eso resulta preocupante el futuro de la humanidad. En una sociedad donde los dos sexos no se necesiten el uno del otro, la reproducción se verá afectada. Jaques Vallin en su libro La población mundial, señala que en un futuro la humanidad estará llena de muchos adultos mayores y adultos, pero con muy pocos jóvenes, lo que contribuiría a un estancamiento. Él expresa que “ la ley de fecundidad media en conjunto de la población mundial es de 3,5 hijos por mujer”[3], l o que no es suficiente para estabilizar la población.
Para algunos esto es un gran avance para frenar el crecimiento poblacional, pero realmente es una crisis latente. Obviamente la reclasificación de los roles sexuales no es la única causa pero si tiene un valor preponderante a la hora de observar el flujo de la población. Ahora en la mente de las mujeres no está como prioridad tener un hijo, por lo que el primer embarazo se retrasa algunos años o nunca llega, y los siguientes embarazos tampoco suceden
Tanto la mujer como el hombre buscan ahora su desarrollo profesional ante todo, por lo que su supervivencia se ve relegada a segundo plano. A partir de la denominada revolución feminista, el hombre ya no se tiene que preocupar por proveer a la mujer sino que se preocupa por el mismo. Cosa que lo ha hecho entrar en una seria de preguntas de índole filosófica, ahora vemos a un hombre mucho más reflexivo o a uno completamente volcado a la estética.
Se habla ahora de una especie de revancha. La mujer incursionó en los campos del hombre, probando en muchos casos ser mejor que él. Ahora se ve el caso de hombres mas preocupados por su apariencia física que por la curiosidad ante el mundo. Eso ha dado como consecuencia la llegada de términos como los metrosexuales. Ese hombre extremadamente vanidoso que cuida su imagen.
Las prioridades han cambiado. Cada ser se ha inventado nuevos intereses, tal vez la única manera en la que los dos están de acuerdo es en el sexo. Esta es la primera arma de dominio de la mujer, tal como lo dice Esther Vilar: “el sexo es, desde luego, un placer, para las mujeres, pero no el mayor”. En cambio para el hombre este placer si es mayor y por eso busca incansablemente satisfacer a la hembra, ya que el premio por esto es tener relaciones sexuales.
Una mujer necesita del sexo, pero no en igual medida que el hombre. Lo necesita en la medida que le asegura un bienestar, pero también en la medida que le da hijos y estos la pueden cuidar en un futuro o por lo menos esa era la anterior concepción. Un hijo más que el fruto del amor, era la oportunidad de no dejarse quitar el macho de otra mujer ya que se establecían vínculos por los cuales el hombre actuaba.
El hombre es en esencia mas inteligente que la mujer, pero tiene en su desventaja se mas terrenal y mas inclinado a querer satisfacer todos sus instintos. La mujer es más precavida, desde sus inicios ella tuvo la tarea de resguardar, cuidar y racionar, todo desde su mismo papel de madre. Estas diferencias tan sutiles hacen que siempre se hable de una especie dominante y que por más que se trate siempre hay una que prima sobre la otra.
El universo masculino busca lo complejo y lo femenino lo simple. Van en total oposición, o total complemento como dirían otros. Lo cierto es que en un futuro el mundo cambiará de tal forma que los roles asumidos por cada sexo tenderán a redefinirse sino es que a desaparecer. Pero mas allá de eso está la prueba biológica de las diferencias entre cada sexo y eso nunca se podrá borrar.
[1] VILAR, Esther. El varón domado. editorial Grijalbo. 1971. pag: 11.
[2] Ibidem pp: 26
[3] VALLIN,Jacques. La población mundial. Alianza editorial, 1995. pag: 50.
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