La muralla editorial

Dos editores compartieron en un evento en Bogotá sus apreciaciones sobre el mundo de las publicaciones escritas. En una época donde el libro de digital y el internet cobran más vigencia como mecanismo de difusión, ¿cómo puede conseguir un escritor publicar un libro bajo el esquema tradicional donde aún prevalece la figura del editor?

Por Camilo Calderón Acero

La industria editorial se ha mantenido bajo rutinas inmutables por muchas décadas. Muchos escritores han terminado sus expectativas literarias mucho antes de ser publicados ya que la mano de un editor o su indiferencia han frenado tales intereses. Aún así, siguen llegando cientos de manuscritos de escritores noveles a la editoriales, que vistas de este modo parecen más infranqueables que La Muralla China.


Sin embargo, la revolución de las nuevas tecnologías ha empezado a generar variaciones en el modelo editorial tradicional y han creado un camino alternativo para el escritor. Para María Candelaria Posada, directora editorial de Literatura Infantil y Juvenil en Editorial Norma hasta 2004, llegar a las puertas de una gran editorial de la talla de Planeta o Alfaguara es una batalla pérdida para el principiante, pero no es el único espacio por donde empezar.

Posada establece dos estrategias claras para el escritor: usar los medios digitales como los blogs para dar a conocer las obras y llegar a las editoriales independientes. También participar en concursos literarios pero no los de gran escala y participar en talleres de escritura creativa para darle madurez al manuscrito antes de llegar al editor. Estas sugerencias son más para asuntos de forma y no de fondo porque, “el escritor es ante todo un artista que no le debe nada a nadie, más allá de lo que quiere decir”, enfatiza Posada. Para ella, el papel del editor no deber ir más allá de complementar la obra del autor.

De manera distinta lo considera Carlos Sánchez Lozano, autor y editor de libros de texto desde hace más de 20 años, para quien el editor tiene mucha injerencia en los manuscritos que revisa, siendo quien puede sugerir aumentar o quitar capítulos e incluso llegar a proponer el cambio de género a un personaje. Estos criterios no son para nada arbitrarios, según Sánchez son formas de asegurar la publicación de la obra ya que los libros hacen parte de una empresa editorial, que como todas, debe generar ganancias y es función del editor “asegurar que la obra diga lo que debe decir”.

Los editores deben hacer los libros que la sociedad necesita, resalta tajantemente Sánchez, no con el ánimo de desalentar sino también como sugerencia para los escritores. No se trata de acomodar los textos a lo que las editoriales necesiten. La fórmula para él consiste en ser recursivos y explotar ‘Los nichos’, esos grupos específicos de lectores a los que se les quiere escribir y que están desaprovechados. Luego de esto el paso lo ideal sería indagar por editoriales que publiquen textos o colecciones dirigidas a ese público.

Sin embargo, este camino no está completo si la obra antes no ha pasado por ‘Filtros’, ya sea un taller narrativo, la mano de una agente literario o ha llegado a las manos del editor por una recomendación. Todo este proceso se fundamenta en la gran cantidad de manuscritos que puede llegar a tener un editor de una gran editorial en su escritorio o buzón de e-mail, lo cual en palabras de Sánchez imposibilita ver todos con premura. Inevitablemente, los manuscritos ‘filtrados’ estarán primero en la lista de lectura para el editor, así no sean los mejores.

*Este ejercicio periodístico no estaba destinado a ser publicado y este es el escenario ideal para hacerlo y que no quede engavetado.

Comentarios