Cuando una película llega con el rótulo de “basada en hechos la
vida real”, vienen a la mente ciertos
lugares comunes. Un relato épico y
conmovedor sobre la vida de un ser humano se exhibirá en la pantalla,
magnificando situaciones normales en un
contexto extraordinario y donde el
personaje, visto como héroe, se sobrepone o no a condiciones adversas. Para fortuna de la historia, 50/50 no acude
a tales recursos y gracias a esta modestia es que se ha colado en las
temporadas de premios que antecedieron a los Oscar como los Globo
de Oro y los Spirit Independent Awards. Sin embargo, no le fue suficiente para
llegar al galardón mayor.
La historia de Adam, un periodista radial de
27 años que se enfrenta a un diagnóstico
de cáncer, no busca
congeniar con el sentimentalismo
usual de este tipo de films, aunque al final un tanto melodramático se torna el desenlace.
El protagonista no cuenta con unas actitudes excepcionales frente a la
enfermedad sino que se expone el entorno de esta situación de una forma
natural. Joseph Gordon Levitt, con esa pasividad gestual que lo caracterizó en El origen., logra
la identificación necesaria con
este nuevo papel. El
desconcierto, la aparente pasmosidad de
sus actos y la forma como la trama
va abriéndose hacia las relaciones con sus amigos, pareja y
familia, distan mucho de buscar ensalzarlo y así se logran tanto momentos
emotivos como de profunda complicidad. Lo
que pareciera buscarse en el relato es acompañar este viaje sobre una enfermedad para la que una sociedad y una
familia no está acostumbrada, pero de las que se han enseñado a sentir y ocuparse de cierta forma.
Retratar esta sociedad, con sus
fallas y temores, pérdida y contradictoria,
ha producido ejemplos notables como Pequeña
Sunshine y Juno, que desde distintas problemáticas retratan las disfuncionalidades propias de la
familia moderna. Con 50/50 se
llegan a puntos comunes, que
logran dar alguno que otro momento incómodo
y cómico, como la escena del uso de la rasuradora por parte del protagonista en su cabeza, en un
estilo documental y la posterior
referencia al afeitado corporal del su mejor
amigo. Impacta pero no trasciende y eso es lo que aleja a esta película de sus otras similares
Nadie niega que la notoriedad de las nominaciones al Oscar de las dos primeras influyó en su posterior difusión y bajo esta misma lupa, 50/50 se ha visto perjudicada. Las candidatas que llegaron este año, se alejaron de este tipo de historias (también Restless fue descartada), dejando solo A Tan fuerte y Tan lejos como la exponente de este tipo de historias. Vale recordar que esta última cinta viene precedida por dos ganadores de los premios de la Academia: Sandra Bullock y Tom Hanks.
No era fácil llegar a esta instancia y la
cinta de joven director Jonathan Levine, no colma las expectativas. Se queda
mitad de camino como su nombre
bien lo indica. Los personajes bien escogidos en casting
se sienten desaprovechados y en pos de una historiasque podría haber dado
más. Por no arriesgar tampoco se impactó.
Sin embargo, este dato no debe disuadir para no verla y perderse la asombrosa actuación de Anjelica Houston, irreconocible durante los
primeros minutos de la cinta. Su rol de
madre sobreprotectora, vuelve a
demostrar un talento que bien la podría llevar
a otros roles de mayor peso dramático y lejos de este pelo negro tan característico
de su icónica presencia. Seth Rogen, hace su parte con el papel del amigo poco oportuno del
protagonista. Esta elección también se fija en una zona gris, donde su papel da lo que se espera de él.
Rogen se repite as sí mismo como
en Virgen a los 40 y Ligeramente Embarazada. Así como en la pasada entrega de los
premio Globo de Oro cuando sale al
escenario con la también actriz Kate Beckinsale
y habla de una posible erección..
Estas sutilezas hacen de
50/50 una cinta apreciable para descansar de tanto estreno melodramática e historias en 3S. Eso, si logra que la atención
del cinéfilo se encamine hacia ella. Es
como lo muestra el título, un asunto de probabilidades.
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